21 dic 2011

Raro de Óscar Contardo


El último libro de Óscar Contardo (Planeta, 2011) no tiene nada de raro en cuanto a documento periodístico: está organizado, posee diversas fuentes, construye un panorama más o menos general del tema que aborda. Lo más novedoso es que ofrece una lectura envalentonada sobre la serie de discursos epocales e intencionados, incluso malintencionados, que tienden a juzgar negativamente la homosexualidad.
Más que una historia gay de Chile, Raro es una crónica sobre la culpa impuesta a los hombres que se acuestan con otros hombres. Para esto, Óscar Contardo documenta el proceso histórico cultural que habla de cómo se ha abordado este tema, y luego establece una cronología que se va focalizando cada vez más en el panorama chileno. Este periodo, desde la Edad Media hasta la actualidad, es un recorrido más sobre la homofobia que sobre la homosexualidad. Por lo mismo, deja fuera la lectura sobre las prácticas sexuales en la cultura clásica, visible tanto en La Ilíada de Homero (donde se vislumbra una relación culturalmente aceptable entre Aquiles y Patroclo, considerándolo vínculo entre maestro y discípulo), así como también en la recordada “Égloga II” de Virgilio, que insiste en un enamoramiento hacia el joven Alexis en un ambiente de tranquilidad próximo a la naturaleza.
El recorrido temporal de Raro parte con la mención a la reticencia de militares y religiosos a aceptar la homosexualidad desde la Edad Media, cosa paradojal considerando que, históricamentente, iglesia y ejército han sido instituciones controladas exclusivamente por hombres. Otro antecedente es que Tomás de Aquino establece que el coito perfecto solo es posible entre un hombre y una mujer cuando los fines son reproductivos. Además, se menciona el desplazamiento, en la cultura mapuche, del machi hueye a la machi mujer al comienzo del siglo XX como resultado del encuentro con la cultura europea, que ve con malos ojos esta imagen afeminada del machi. El recorrido continúa señalando que sugerir la homosexualidad era una grave ofensa, con la sinonimia cultural que se crea entre homosexual y pedófilo; también se menciona cuando Karl María Kertbeny acuñó en 1868 la expresión homosexualität, que junto auranismo se instalaron en la medicina y en el discurso científico para reemplazar el insulto en el vocabulario culto. Óscar Contardo destaca que al llegar al siglo XX, el tratamiento médico que le daban a la homosexualidad era propio de una enfermedad. En este sentido, una historia especialmente reveladora que ofrece este libro es aquella que narra cuando al matemático inglés, Alan Turing, lo condenaron por el delito de “indecencia” a un tratamiento con inyecciones de estrógeno para controlar la libido, luego de que se viera presionado a reconocer su homosexualidad (...).


La crítica completa es Más raro que violarse a un ángel, en Revista Intemperie


Raro. Una historia gay de Chile
Óscar Contardo
Santiago, Editorial Planeta, 2011.

7 dic 2011

Superhéroe de Gonzalo David


Si la escena literaria nacional fuera una fiesta de disfraces, el libro de Gonzalo David iría vestido de Superman (el intertexto es inevitable) y llegaría rodeado de amigos, lo que lo haría el invitado más popular de la velada, pero no necesariamente el que baila mejor. Incluso, si este Superman resultara ser un buen bailarín, el problema estaría en que sus amigos le robarían la atención y no lo dejarían mostrar sus dotes en el baile. Algo como eso es lo que sucede con este poemario.
Al leer Superhéroe (La Liga de la Justicia, 2011) cuesta pensar en eso que uno dice siempre, ese límite que separa al autor real del autor implícito y más aún del hablante lírico. Aquí todo parece invitar al lector a fusionarlos, pero no, eso no se hace. El libro está repleto de guiños muy personales, comentarios sobre dónde el autor implícito quiere ser ubicado como poeta e incluso de lo que significaría ser un mal poeta: “cuando asumí que sería el peor poeta mi de generación”. Todo lo anterior podría leerse con algo de generosidad como un giro metaliterario si es que optamos por leerlo así. También podría entenderse que el libro no tiene una pretensión literaria, que es una opción escritural completamente válida, pero esta posibilidad se vuelve compleja cuando este autor declara en un verso: “No soy poeta. No me interesa serlo”. Superhéroe efectivamente es un poemario, o eso se entiende porque lo clasificaron dentro de la colección poesía “Los Vengadores”, según la información del inicio. Sin embargo, es mucho más fácil entenderlo como un diario de vida, caso en que me parecería que tiene un valor literario agregado; como poemario luce debilitado. Diría (siguiendo con las analogías de superhéroes) que le dieron el traje de Aquaman a Superman, que lo vistieron equivocadamente (...).



Superhéroe
Gonzalo David
Santiago, La Liga de la Justicia Ediciones, 2011.

6 dic 2011

Don Mosco de Patricio Mena y Sergio Lantadilla



Don Mosco (Patricio Mena, texto; Sergio Lantadilla, ilustraciones. Pehuén 2011) no es el tipo de libro al que el lector se dispone con demasiada seriedad, ya sea porque se trata de moscas, porque esas moscas no viven mucho, porque el libro es breve, porque es una novela gráfica o porque su formato se parece a muchos libros infantiles que quieren captar pequeños lectores con historias maravillosas de princesas o de dragones. Don Mosco en cambio rescata a los personajes secundarios de la literatura, o más bien, aparentemente olvidados.
Es cierto que Don Mosco no es la lectura representativa que hace Augusto Monterroso de las moscas como seres omnipresentes que a través de la historia lo ven todo, tampoco es Las moscas de Jean Paul- Sartre, aun cuando en un momento del libro el conflicto es la venganza de una hija que recuerda al clásico personaje Electra, pero no, este libro no parece sustentarse en ese intertexto posible, principalmente porque a diferencia del texto de Sartre, la aparición de las moscas es solo un símbolo de lo que sucede.
El eje de la historia es las moscas y sus breves vidas, entonces es ese el inicio de todo: “las moscas viven tan poco que no alcanzan a resolver sus problemas. De hecho, sus problemas terminan viviendo más que ellas”, es lo que se anuncia en la contratapa del libro. Ahora bien, no basta tener una idea como esa para darle sentido a Don Mosco, más bien se convierte en un problema complejo de abordar porque las moscas mueren pronto, entonces al poco andar las acciones quedan inconclusas, la correspondencia no alcanza a entregarse, quedan personas, o más bien moscas,  que mueren a la espera de batirse a duelo o del regreso de su gran amor (...).


Don Mosco
Patricio Mena, textos. Sergio Lantadilla, ilustraciones.
Editorial Pehuén, 2011

10 nov 2011

Ánima Adjunta de Pablo Fuentes

El volumen de cuentos Ánima Adjunta (Chancacazo 2011) se compone de diez textos breves que no funcionan en una conexión narrativa entre ellos, pero sí como un paralelismo simbólico que se reestructura de un texto a otro. Ánima Adjunta es la historia de personas sin alma, atrapadas en la soledad o en la rutina porque no tienen un motor interno que los ayude a direccionarse, a tener proyectos ni horizontes. Es por esto que necesitan algo más, lo que como dije antes no está en encontrarse a sí mismos ni a su esencia, sino en la añadidura de elementos adjuntos, que remedien esta falta de alma. No es tampoco la falta de alma el motivo literario que sustenta este libro, sino la dependencia a la prótesis de alma a la que adscriben en algún momento de su historia. Esta es en algunos casos representada por un objeto y en otras por otros personajes. La característica en común es que esta dependencia siempre es alguna representación externa al personaje aludido (...).


La crítica completa es Ánima Adjunta en un cuerpo sin compañía, en Revista Intemperie



Ánima Adjunta
Pablo Fuentes
Santiago, Editorial Chancacazo, 2011

5 oct 2011

La Hediondez de Marcelo Mellado


La violencia, el deseo, la ambición y el ajuste de cuentas son temas que Marcelo Mellado desarrolla a escala, por lo tanto, tal como una maqueta que respeta las proporciones de los grandes edificios, La Hediondez funciona de manera proporcional en relación con los grandes conflictos de la sociedad.
El de Mellado es un gesto discursivo. San Antonio es a una gran ciudad, los fondos públicos son a los capitales económicos, la poesía auto gestionada es a la industria editorial, las rivalidades son a la gran mafia, la ficción literaria es a la realidad inefable; un asunto de abstracción y escala. Si bien, la equivalencia funciona de manera lógica, la propuesta literaria de Mellado permite que las relaciones internas de la novela tengan lógicas propias, esto es porque hay algo definitivo, las cosas solo son en la ficción, lo que evidentemente podría anular la afirmación anterior. Sin embargo, esta contradicción cobra sentido en textos como La Hediondez.

La crítica completa es El gesto de hacer de lo hediondo algo importante, en Revista Intemperie


La Hediondez
Marcelo Mellado
Santiago, Alquimia Ediciones, 2011

9 ago 2011

Ramal de Cynthia Rimsky


Para hablar de Ramal, necesito hablar de fantasmas, porque los fantasmas permiten imaginar una forma de relacionarse con los lugares, con los recuerdos y con las personas en un plano incierto. Los fantasmas son una presencia-no presencia de la que se puede sospechar, por supuesto, sin conseguir comprobación de aquello. Es cierto que Cynthia Rimsky jamás hace mención a algún espíritu o presencia paranormal en la historia, sin embargo, viene al caso hacer referencia a esto para encontrar un lugar dentro de ella. Este libro se construye en diferentes planos: las historias narradas, los espacios reconstruidos y los construidos y también las imágenes; ninguno de estos planos está delineado del todo, pero sí determinado con mucha precisión.
En términos simples, el título Ramal hace referencia a uno de los brazos posibles de una vía férrea, por tanto, corresponde a una variación de un recorrido, a estos lugares que pueden ir quedando, según la frecuencia de un tren, en el olvido. Un ramal en desuso es el desdibujamiento de una cultura, y es ahí donde Cynthia Rimsky instala su novela: en el paso del tiempo sobre una familia y en la desaparición del presente que provoca que todo vaya quedando en los recuerdos abandonados del ramal (...).



Ramal
Cynthia Rimsky
Santiago, Fondo de Cultura Económica, 2011

18 jul 2011

No quería contarte que estuve jugando en el patio de atrás


Ayer me llevaron a jugar al patio de atrás, así, tal cual, mientras me fumaba un cigarro comenzó la obra, o un poco más tarde, o quizás había comenzado desde que llegué al lugar. No sé cómo hablar de El patio de atrás desde el teatro, sin que irrumpa en mi comentario la experiencia de la que fui parte. Me resulta absolutamente complejo delimitar la actuación y al público, el último creo que no entró al patio de atrás. El resto, nos quedamos encerrados en un espacio que invitaba a la inseguridad. Es por esto mismo que me resulta difícil cuidar la manera en que hable de esta propuesta teatral, no sin recurrir a expresiones como “me cagué de nervios mientras comenzaba el juego”, o “me emocionó más que la mierda imaginarme, imaginarla, pensar en un cuerpo sin vida durante días hasta que alguien advierta el olor, el dolor, la soledad que nos mueve a jugar a menudo”.
El patio de atrás desdibuja los límites entre el espectador y el espectáculo, ambos están unidos, o ninguno existe. En situaciones como esta, es cuando pienso que espectáculo es una expresión que hace pensar en las espectacularidades, las que no existen en la vida, o si existen, son la prueba de que nos hemos estado encegueciendo con las fantasías. Paradójicamente a en esta propuesta, la fantasía del teatro es la no fantasía de la vida real. Se trata de una obra disimuladamente ambiciosa, exacta y flexible, pero por sobre todo, se trata de un juego.
El teatro en esta obra comienza y termina cuando no es esperado, queda preguntarse qué tanto fue real. Cuando se enciende la luz, los espectadores adoctrinados comenzamos a esperar al elenco hacer una reverencia (o varias), reverencia que no llegó jamás, en un acuerdo implícito decidimos de todas formar aplaudir, aplaudir-nos, el aplauso entre quienes quedaban después del juego.
El patio de atrás es un experimento, tal como un rumor que se pasa de boca a boca, es un secreto más que una invitación al teatro. Yo estuve ahí anoche, comento compartiendo una café a media mañana, pero a nadie le importa. Esa es la diferencia entre el teatro y el juego. El teatro remite a situaciones muchas veces (aunque no todas) socializadas, respetando al menos la línea entre la ficción y la fantasía, donde existen elementos y códigos esperables. El juego no. El patio de atrás en ese sentido, funciona mucho más como un juego, un microsistema de realidades, que perfectamente podemos llamar fantasía o actuación. Lo interesante, es que desde fuera no se ve nada, pero desde dentro no queda claro si uno es la fantasía en medio de la realidad, o este montaje es la posibilidad de encontrar durante una hora la realidad en medio de tanta fantasía. Digo una hora porque es un límite que me resulta prudente, lo que pasa es que cuando uno está jugando, el tiempo pasa de manera muy veloz. Eso se acaba cuando uno abandona el patio de atrás, el tiempo vuelve a ser el tiempo, los actores actores, así como también cada uno vuelve a ser la persona que era antes de comenzar a jugar, y por lo mismo, en el café de media mañana nadie se identifica con la experiencia, ellos no estuvieron, no anoche al menos, parece ser que una vez fuera ya nadie sabe con exactitud dónde aquel sitio, las indicaciones se pierden. Algunos habrán jugado y es una buena idea no comentarlo, no será que la próxima vez nos descubran jugando en el patio de atrás.


El patio de atrás

Dirección: Manuel Ortiz
Dramaturgia: Creación colectiva
Elenco: Marcelo Flores, Christopher Estay, Natalia Lagos, Alexandra Parra, Fabián Sáez, Carol Jaque.
Fecha: 18 de julio al 27 de Julio

6 jun 2011

El Hombre Blando de Gregory Gohen

Comenzar a leer El Hombre Blando de Gregory Cohen es el equivalente a un encuentro en la vía pública, una situación emocionante que necesariamente perdura poco tiempo, y es que el texto nos ofrece un inicio donde se derrocha el impacto del que el resto del libro carece. Comenzar la historia señalando que “Hace nueve meses me enteré por el diario que maté a mi mujer y a mis cuatro hijos”, es una propuesta equivalente al inicio de El Túnel de Ernesto Sábato, en cuanto a la conciencia retrospectiva, con la diferencia de que el personaje de Sábato enuncia los acontecimientos de los que tiene certeza, mientras que Alex Barco García, el protagonista de la novela de Cohen, menciona los hechos que él mismo no se explica. En ese caso incluso el inicio de Cohen me podría llegar a resultar más atractivo, precisamente por la incertidumbre de la situación en la que debieron ocurrir las cosas, tanto así que a través del diario el personaje se entera del parricidio múltiple que llevó a cabo. Hasta ese momento la posibilidad de resolver el enigma que los lectores compartimos con el personaje es una sana  y atractiva invitación a la búsqueda y la lectura detectivesca, tal como ocurre en el género policial. Sin embargo, esta es una invitación que al poco andar se desploma, en la medida en que la construcción narrativa carece de espacios vacíos donde el lector se sumerja en una búsqueda de posibles hipótesis que resuelvan el enigma planteado sobre el asesinato. El enigma no tarda muchas páginas en desarticularse, en dejar de ser un misterio, transformándose simplemente en información reservada para otro momento de la historia. Sabemos pronto que no han muerto y que más adelante aparecerán. La verdad es que uno mantiene la esperanza de que la narración de un giro a traición de lo enunciado, que se desarticulen las suposiciones que hemos sostenido, pero no sucede así y todo lo que se intuía,, llega, volviendo la lectura una crónica profundamente extendida a la espera de que el texto acabe (...).


El Hombre Blando
Gregory Cohen
Santiago, Desatanudos, 2011


27 abr 2011

Bolaño por sí mismo (Entrevistas Escogidas)


Para quienes somos aceptablemente jóvenes, Bolaño comenzó a existir con su muerte, a propósito de que imperdonablemente lo confundieran con Chespirito. De ahí que para mí siempre fuera un autor ya fallecido. En el intento de conocer su obra (un tanto involuntario, porque Bolaño se ha vuelto en literatura por agrado o saturación un tema ineludible), acabo por encontrarme frente un radio de ficción que lo rodea, ya sea sobre su prematura muerte, su vida, o más aun, sobre la vida que no llegó a vivir. No me resulta necesariamente indispensable pensar en el uso económico que justifique o al menos explique  la publicación de su obra póstuma, inédita, rescatada, o reeditada. Como lector lo que me interesa es poder atravesar la ficcionalización creada sobre Roberto Bolaño para llegar a su obra, que al fin y al cabo, es lo que como autor puede ofrecerme.
Bolaño por sí mismo, es un libro de entrevistas reeditado recientemente por Ediciones Universidad Diego Portales, luego de su aparición en el año 2006 y nos cabe preguntarnos sobre su pertinencia. En realidad, resulta ser una interesante construcción de sentido, en especial en la segunda mitad, “Balas Pasadas”, donde una serie de respuestas del fallecido escritor son montadas elidiendo las preguntas, de manera tal que parece ser un discurso extenso. Precisamente es esta construcción la que nos permite acercarnos a este espectro que rodea la obra de Bolaño.
El autor a menudo debe responder preguntas sobre su enfermedad, sobre su enemistad con otros escritores, e incluso sobre su lugar de residencia, preguntas que se vuelven repetitivas, pero información ignorable cuando aparecen atisbos de interesantes reflexiones teóricas, dejando ver su postura crítica sobre la escritura y todo el contexto que la rodea, ya sea el de la creación como el de la recepción. Él mismo señala la importancia de la crítica como una disciplina más de la literatura, incluso llega a sostener la hipótesis de que no existen las obras intraducibles, volviéndose evidente en casos como el de El Quijote, porque al ser una obra tan interesante, sería capaz de sobrevivir incluso al peor traductor, algo que de todos modos llegaría, señala Bolaño.
Ahora bien, hagamos el ejercicio de someter a Bolaño por sí mismo a la pregunta de qué es lo que sobrevive de las entrevistas, más aun cuando una parte de ellas aparece sin preguntas para darle unidad a las ideas del autor, que están sacadas de contexto y editadas (...).



Bolaño por sí mismo
Andrés Braithwaite (editor)
Segunda edición (revisada)
Santiago, Ediciones UDP, 2011

20 feb 2011

Tan cerca de la vida de Santiago Roncagliolo


Tan cerca de la vida de Santiago Roncagliolo tiene elementos para ser una gran novela, pero ciertamente no lo es. Estos elementos sin duda no sobran, pero están en la cantidad justa para salvar al autor peruano de una gran caída literaria.
En esta novela hay una búsqueda de una escritura original, que se le agradece a Roncagliolo como ejercicio literario, pero no como autor actual. Llama la atención que por momentos intenta dirigirse a un tú (o a más de uno): “Soñó contigo esa noche. Por primera vez en Tokio”, ya sea para nombrar a personajes que interactúan con el protagonista como a personajes lejanos a este, como la actriz porno de una película. La narración sostiene una lejanía sospechosa con el personaje Max, sin llegar a resolverla y justificar tanto uso del “tú” en la novela que, en términos generales, se vuelve un obstáculo para la fluidez de la lectura y genera un estilo narrativo repleto de descripción exageradamente abundante, donde sobran los “tú estabas en, mientras hacías tal o cual cosa”.
La mayor debilidad de Tan cerca… no está en la ya mencionada débil propuesta escritural, sino en la injustificada mención a una serie de temas conocidos y trabajados incluso en el cine, que se acercan peligrosamente al límite del cliché. Es así como nos encontramos con guiños a 1984 (1949) de George Orwel, Un mundo feliz (1934) de Aldous Huxley e incluso a la propuesta de extensión de vida que nos presentó Alejandro Amenábar en Abre los ojos (1997), pero resulta que  Roncagliolo escribe más de cincuenta años después que los autores mencionados y trece luego de la aparición de la película española. Entonces, ¿cómo debería impresionarnos un androide que canta only you, un papagayo robot con hermosas plumas de colores o una esperable recepcionista, casi idéntica a una mujer de verdad? (...).




Tan cerca de la vida
Santiago Roncagliolo
Santiago, Alfaguara, 2010

9 ene 2011

Blanco Nocturno de Ricardo Piglia


Las tres dimensiones que nos asombran en el cine hoy en día son superadas ampliamente por la polidimensionalidad presente en Blanco Nocturno, la última novela del narrador argentino Ricardo Piglia; y a la vez estos múltiples espacios se contraponen a la funcionalidad necesaria para construir un relato policial (que requiere de un crimen, engaño, investigación y desenmascaramiento). En esta novela, en cambio, el autor  nos propone una nueva forma de abordar un crimen, con lo que  viene a refrescar el ambiente literario de su Argentina novelada que no tenía acción policial desde el año 1997 cuando publicóPlata Quemada. Y la espera valió la pena. Debo confesar que  si Anagrama no lanzaba este libro, me rendía desesperanzado y me iba a la sección de autoayuda, o me limitaba a las versiones cinematográficas de novelas muy vendidas. Por fortuna, Blanco Nocturno enceguece esos impulsos de lector suicida presentándome un crimen necesario, la herida de la falta de justicia literaria.
En esta novela nos encontramos con un crimen, y dos o tres otros crímenes menores, algunas muertes quizás vinculadas, una relación entre las hermanas Belladona que comparten al puertorriqueño Tony Durán, un pueblo atrapado en el campo, un japonés víctima del enamoramiento del mismo hombre que disfrutaban las hermanas Belladona, la llegada de la prensa y un viento de pueblo que lo borra todo. En realidad, Blanco Nocturno, al contrario de una tradicional historia policial, es el ocaso de la utopía de justicia, una justicia que es un relato tan inverosímil como aceptable, igual que el origen del mundo, la mitología o la ciencia. La justicia es un relato necesario, una forma de entender algo y seguir, así lo es todo en la novela policial, en que la muerte es la finalización de una búsqueda, el crimen es la motivación, hay culpables y víctimas. Pero nada de eso es en realidad Blanco Nocturno (...).



Blanco nocturno
Ricardo Piglia.
Barcelona, Editorial Anagrama, 2010.