9 ene 2011

Blanco Nocturno de Ricardo Piglia


Las tres dimensiones que nos asombran en el cine hoy en día son superadas ampliamente por la polidimensionalidad presente en Blanco Nocturno, la última novela del narrador argentino Ricardo Piglia; y a la vez estos múltiples espacios se contraponen a la funcionalidad necesaria para construir un relato policial (que requiere de un crimen, engaño, investigación y desenmascaramiento). En esta novela, en cambio, el autor  nos propone una nueva forma de abordar un crimen, con lo que  viene a refrescar el ambiente literario de su Argentina novelada que no tenía acción policial desde el año 1997 cuando publicóPlata Quemada. Y la espera valió la pena. Debo confesar que  si Anagrama no lanzaba este libro, me rendía desesperanzado y me iba a la sección de autoayuda, o me limitaba a las versiones cinematográficas de novelas muy vendidas. Por fortuna, Blanco Nocturno enceguece esos impulsos de lector suicida presentándome un crimen necesario, la herida de la falta de justicia literaria.
En esta novela nos encontramos con un crimen, y dos o tres otros crímenes menores, algunas muertes quizás vinculadas, una relación entre las hermanas Belladona que comparten al puertorriqueño Tony Durán, un pueblo atrapado en el campo, un japonés víctima del enamoramiento del mismo hombre que disfrutaban las hermanas Belladona, la llegada de la prensa y un viento de pueblo que lo borra todo. En realidad, Blanco Nocturno, al contrario de una tradicional historia policial, es el ocaso de la utopía de justicia, una justicia que es un relato tan inverosímil como aceptable, igual que el origen del mundo, la mitología o la ciencia. La justicia es un relato necesario, una forma de entender algo y seguir, así lo es todo en la novela policial, en que la muerte es la finalización de una búsqueda, el crimen es la motivación, hay culpables y víctimas. Pero nada de eso es en realidad Blanco Nocturno (...).



Blanco nocturno
Ricardo Piglia.
Barcelona, Editorial Anagrama, 2010.