21 dic 2011

Raro de Óscar Contardo


El último libro de Óscar Contardo (Planeta, 2011) no tiene nada de raro en cuanto a documento periodístico: está organizado, posee diversas fuentes, construye un panorama más o menos general del tema que aborda. Lo más novedoso es que ofrece una lectura envalentonada sobre la serie de discursos epocales e intencionados, incluso malintencionados, que tienden a juzgar negativamente la homosexualidad.
Más que una historia gay de Chile, Raro es una crónica sobre la culpa impuesta a los hombres que se acuestan con otros hombres. Para esto, Óscar Contardo documenta el proceso histórico cultural que habla de cómo se ha abordado este tema, y luego establece una cronología que se va focalizando cada vez más en el panorama chileno. Este periodo, desde la Edad Media hasta la actualidad, es un recorrido más sobre la homofobia que sobre la homosexualidad. Por lo mismo, deja fuera la lectura sobre las prácticas sexuales en la cultura clásica, visible tanto en La Ilíada de Homero (donde se vislumbra una relación culturalmente aceptable entre Aquiles y Patroclo, considerándolo vínculo entre maestro y discípulo), así como también en la recordada “Égloga II” de Virgilio, que insiste en un enamoramiento hacia el joven Alexis en un ambiente de tranquilidad próximo a la naturaleza.
El recorrido temporal de Raro parte con la mención a la reticencia de militares y religiosos a aceptar la homosexualidad desde la Edad Media, cosa paradojal considerando que, históricamentente, iglesia y ejército han sido instituciones controladas exclusivamente por hombres. Otro antecedente es que Tomás de Aquino establece que el coito perfecto solo es posible entre un hombre y una mujer cuando los fines son reproductivos. Además, se menciona el desplazamiento, en la cultura mapuche, del machi hueye a la machi mujer al comienzo del siglo XX como resultado del encuentro con la cultura europea, que ve con malos ojos esta imagen afeminada del machi. El recorrido continúa señalando que sugerir la homosexualidad era una grave ofensa, con la sinonimia cultural que se crea entre homosexual y pedófilo; también se menciona cuando Karl María Kertbeny acuñó en 1868 la expresión homosexualität, que junto auranismo se instalaron en la medicina y en el discurso científico para reemplazar el insulto en el vocabulario culto. Óscar Contardo destaca que al llegar al siglo XX, el tratamiento médico que le daban a la homosexualidad era propio de una enfermedad. En este sentido, una historia especialmente reveladora que ofrece este libro es aquella que narra cuando al matemático inglés, Alan Turing, lo condenaron por el delito de “indecencia” a un tratamiento con inyecciones de estrógeno para controlar la libido, luego de que se viera presionado a reconocer su homosexualidad (...).


La crítica completa es Más raro que violarse a un ángel, en Revista Intemperie


Raro. Una historia gay de Chile
Óscar Contardo
Santiago, Editorial Planeta, 2011.

7 dic 2011

Superhéroe de Gonzalo David


Si la escena literaria nacional fuera una fiesta de disfraces, el libro de Gonzalo David iría vestido de Superman (el intertexto es inevitable) y llegaría rodeado de amigos, lo que lo haría el invitado más popular de la velada, pero no necesariamente el que baila mejor. Incluso, si este Superman resultara ser un buen bailarín, el problema estaría en que sus amigos le robarían la atención y no lo dejarían mostrar sus dotes en el baile. Algo como eso es lo que sucede con este poemario.
Al leer Superhéroe (La Liga de la Justicia, 2011) cuesta pensar en eso que uno dice siempre, ese límite que separa al autor real del autor implícito y más aún del hablante lírico. Aquí todo parece invitar al lector a fusionarlos, pero no, eso no se hace. El libro está repleto de guiños muy personales, comentarios sobre dónde el autor implícito quiere ser ubicado como poeta e incluso de lo que significaría ser un mal poeta: “cuando asumí que sería el peor poeta mi de generación”. Todo lo anterior podría leerse con algo de generosidad como un giro metaliterario si es que optamos por leerlo así. También podría entenderse que el libro no tiene una pretensión literaria, que es una opción escritural completamente válida, pero esta posibilidad se vuelve compleja cuando este autor declara en un verso: “No soy poeta. No me interesa serlo”. Superhéroe efectivamente es un poemario, o eso se entiende porque lo clasificaron dentro de la colección poesía “Los Vengadores”, según la información del inicio. Sin embargo, es mucho más fácil entenderlo como un diario de vida, caso en que me parecería que tiene un valor literario agregado; como poemario luce debilitado. Diría (siguiendo con las analogías de superhéroes) que le dieron el traje de Aquaman a Superman, que lo vistieron equivocadamente (...).



Superhéroe
Gonzalo David
Santiago, La Liga de la Justicia Ediciones, 2011.

6 dic 2011

Don Mosco de Patricio Mena y Sergio Lantadilla



Don Mosco (Patricio Mena, texto; Sergio Lantadilla, ilustraciones. Pehuén 2011) no es el tipo de libro al que el lector se dispone con demasiada seriedad, ya sea porque se trata de moscas, porque esas moscas no viven mucho, porque el libro es breve, porque es una novela gráfica o porque su formato se parece a muchos libros infantiles que quieren captar pequeños lectores con historias maravillosas de princesas o de dragones. Don Mosco en cambio rescata a los personajes secundarios de la literatura, o más bien, aparentemente olvidados.
Es cierto que Don Mosco no es la lectura representativa que hace Augusto Monterroso de las moscas como seres omnipresentes que a través de la historia lo ven todo, tampoco es Las moscas de Jean Paul- Sartre, aun cuando en un momento del libro el conflicto es la venganza de una hija que recuerda al clásico personaje Electra, pero no, este libro no parece sustentarse en ese intertexto posible, principalmente porque a diferencia del texto de Sartre, la aparición de las moscas es solo un símbolo de lo que sucede.
El eje de la historia es las moscas y sus breves vidas, entonces es ese el inicio de todo: “las moscas viven tan poco que no alcanzan a resolver sus problemas. De hecho, sus problemas terminan viviendo más que ellas”, es lo que se anuncia en la contratapa del libro. Ahora bien, no basta tener una idea como esa para darle sentido a Don Mosco, más bien se convierte en un problema complejo de abordar porque las moscas mueren pronto, entonces al poco andar las acciones quedan inconclusas, la correspondencia no alcanza a entregarse, quedan personas, o más bien moscas,  que mueren a la espera de batirse a duelo o del regreso de su gran amor (...).


Don Mosco
Patricio Mena, textos. Sergio Lantadilla, ilustraciones.
Editorial Pehuén, 2011

10 nov 2011

Ánima Adjunta de Pablo Fuentes

El volumen de cuentos Ánima Adjunta (Chancacazo 2011) se compone de diez textos breves que no funcionan en una conexión narrativa entre ellos, pero sí como un paralelismo simbólico que se reestructura de un texto a otro. Ánima Adjunta es la historia de personas sin alma, atrapadas en la soledad o en la rutina porque no tienen un motor interno que los ayude a direccionarse, a tener proyectos ni horizontes. Es por esto que necesitan algo más, lo que como dije antes no está en encontrarse a sí mismos ni a su esencia, sino en la añadidura de elementos adjuntos, que remedien esta falta de alma. No es tampoco la falta de alma el motivo literario que sustenta este libro, sino la dependencia a la prótesis de alma a la que adscriben en algún momento de su historia. Esta es en algunos casos representada por un objeto y en otras por otros personajes. La característica en común es que esta dependencia siempre es alguna representación externa al personaje aludido (...).


La crítica completa es Ánima Adjunta en un cuerpo sin compañía, en Revista Intemperie



Ánima Adjunta
Pablo Fuentes
Santiago, Editorial Chancacazo, 2011

5 oct 2011

La Hediondez de Marcelo Mellado


La violencia, el deseo, la ambición y el ajuste de cuentas son temas que Marcelo Mellado desarrolla a escala, por lo tanto, tal como una maqueta que respeta las proporciones de los grandes edificios, La Hediondez funciona de manera proporcional en relación con los grandes conflictos de la sociedad.
El de Mellado es un gesto discursivo. San Antonio es a una gran ciudad, los fondos públicos son a los capitales económicos, la poesía auto gestionada es a la industria editorial, las rivalidades son a la gran mafia, la ficción literaria es a la realidad inefable; un asunto de abstracción y escala. Si bien, la equivalencia funciona de manera lógica, la propuesta literaria de Mellado permite que las relaciones internas de la novela tengan lógicas propias, esto es porque hay algo definitivo, las cosas solo son en la ficción, lo que evidentemente podría anular la afirmación anterior. Sin embargo, esta contradicción cobra sentido en textos como La Hediondez.

La crítica completa es El gesto de hacer de lo hediondo algo importante, en Revista Intemperie


La Hediondez
Marcelo Mellado
Santiago, Alquimia Ediciones, 2011

9 ago 2011

Ramal de Cynthia Rimsky


Para hablar de Ramal, necesito hablar de fantasmas, porque los fantasmas permiten imaginar una forma de relacionarse con los lugares, con los recuerdos y con las personas en un plano incierto. Los fantasmas son una presencia-no presencia de la que se puede sospechar, por supuesto, sin conseguir comprobación de aquello. Es cierto que Cynthia Rimsky jamás hace mención a algún espíritu o presencia paranormal en la historia, sin embargo, viene al caso hacer referencia a esto para encontrar un lugar dentro de ella. Este libro se construye en diferentes planos: las historias narradas, los espacios reconstruidos y los construidos y también las imágenes; ninguno de estos planos está delineado del todo, pero sí determinado con mucha precisión.
En términos simples, el título Ramal hace referencia a uno de los brazos posibles de una vía férrea, por tanto, corresponde a una variación de un recorrido, a estos lugares que pueden ir quedando, según la frecuencia de un tren, en el olvido. Un ramal en desuso es el desdibujamiento de una cultura, y es ahí donde Cynthia Rimsky instala su novela: en el paso del tiempo sobre una familia y en la desaparición del presente que provoca que todo vaya quedando en los recuerdos abandonados del ramal (...).



Ramal
Cynthia Rimsky
Santiago, Fondo de Cultura Económica, 2011

18 jul 2011

No quería contarte que estuve jugando en el patio de atrás


Ayer me llevaron a jugar al patio de atrás, así, tal cual, mientras me fumaba un cigarro comenzó la obra, o un poco más tarde, o quizás había comenzado desde que llegué al lugar. No sé cómo hablar de El patio de atrás desde el teatro, sin que irrumpa en mi comentario la experiencia de la que fui parte. Me resulta absolutamente complejo delimitar la actuación y al público, el último creo que no entró al patio de atrás. El resto, nos quedamos encerrados en un espacio que invitaba a la inseguridad. Es por esto mismo que me resulta difícil cuidar la manera en que hable de esta propuesta teatral, no sin recurrir a expresiones como “me cagué de nervios mientras comenzaba el juego”, o “me emocionó más que la mierda imaginarme, imaginarla, pensar en un cuerpo sin vida durante días hasta que alguien advierta el olor, el dolor, la soledad que nos mueve a jugar a menudo”.
El patio de atrás desdibuja los límites entre el espectador y el espectáculo, ambos están unidos, o ninguno existe. En situaciones como esta, es cuando pienso que espectáculo es una expresión que hace pensar en las espectacularidades, las que no existen en la vida, o si existen, son la prueba de que nos hemos estado encegueciendo con las fantasías. Paradójicamente a en esta propuesta, la fantasía del teatro es la no fantasía de la vida real. Se trata de una obra disimuladamente ambiciosa, exacta y flexible, pero por sobre todo, se trata de un juego.
El teatro en esta obra comienza y termina cuando no es esperado, queda preguntarse qué tanto fue real. Cuando se enciende la luz, los espectadores adoctrinados comenzamos a esperar al elenco hacer una reverencia (o varias), reverencia que no llegó jamás, en un acuerdo implícito decidimos de todas formar aplaudir, aplaudir-nos, el aplauso entre quienes quedaban después del juego.
El patio de atrás es un experimento, tal como un rumor que se pasa de boca a boca, es un secreto más que una invitación al teatro. Yo estuve ahí anoche, comento compartiendo una café a media mañana, pero a nadie le importa. Esa es la diferencia entre el teatro y el juego. El teatro remite a situaciones muchas veces (aunque no todas) socializadas, respetando al menos la línea entre la ficción y la fantasía, donde existen elementos y códigos esperables. El juego no. El patio de atrás en ese sentido, funciona mucho más como un juego, un microsistema de realidades, que perfectamente podemos llamar fantasía o actuación. Lo interesante, es que desde fuera no se ve nada, pero desde dentro no queda claro si uno es la fantasía en medio de la realidad, o este montaje es la posibilidad de encontrar durante una hora la realidad en medio de tanta fantasía. Digo una hora porque es un límite que me resulta prudente, lo que pasa es que cuando uno está jugando, el tiempo pasa de manera muy veloz. Eso se acaba cuando uno abandona el patio de atrás, el tiempo vuelve a ser el tiempo, los actores actores, así como también cada uno vuelve a ser la persona que era antes de comenzar a jugar, y por lo mismo, en el café de media mañana nadie se identifica con la experiencia, ellos no estuvieron, no anoche al menos, parece ser que una vez fuera ya nadie sabe con exactitud dónde aquel sitio, las indicaciones se pierden. Algunos habrán jugado y es una buena idea no comentarlo, no será que la próxima vez nos descubran jugando en el patio de atrás.


El patio de atrás

Dirección: Manuel Ortiz
Dramaturgia: Creación colectiva
Elenco: Marcelo Flores, Christopher Estay, Natalia Lagos, Alexandra Parra, Fabián Sáez, Carol Jaque.
Fecha: 18 de julio al 27 de Julio

6 jun 2011

El Hombre Blando de Gregory Gohen

Comenzar a leer El Hombre Blando de Gregory Cohen es el equivalente a un encuentro en la vía pública, una situación emocionante que necesariamente perdura poco tiempo, y es que el texto nos ofrece un inicio donde se derrocha el impacto del que el resto del libro carece. Comenzar la historia señalando que “Hace nueve meses me enteré por el diario que maté a mi mujer y a mis cuatro hijos”, es una propuesta equivalente al inicio de El Túnel de Ernesto Sábato, en cuanto a la conciencia retrospectiva, con la diferencia de que el personaje de Sábato enuncia los acontecimientos de los que tiene certeza, mientras que Alex Barco García, el protagonista de la novela de Cohen, menciona los hechos que él mismo no se explica. En ese caso incluso el inicio de Cohen me podría llegar a resultar más atractivo, precisamente por la incertidumbre de la situación en la que debieron ocurrir las cosas, tanto así que a través del diario el personaje se entera del parricidio múltiple que llevó a cabo. Hasta ese momento la posibilidad de resolver el enigma que los lectores compartimos con el personaje es una sana  y atractiva invitación a la búsqueda y la lectura detectivesca, tal como ocurre en el género policial. Sin embargo, esta es una invitación que al poco andar se desploma, en la medida en que la construcción narrativa carece de espacios vacíos donde el lector se sumerja en una búsqueda de posibles hipótesis que resuelvan el enigma planteado sobre el asesinato. El enigma no tarda muchas páginas en desarticularse, en dejar de ser un misterio, transformándose simplemente en información reservada para otro momento de la historia. Sabemos pronto que no han muerto y que más adelante aparecerán. La verdad es que uno mantiene la esperanza de que la narración de un giro a traición de lo enunciado, que se desarticulen las suposiciones que hemos sostenido, pero no sucede así y todo lo que se intuía,, llega, volviendo la lectura una crónica profundamente extendida a la espera de que el texto acabe (...).


El Hombre Blando
Gregory Cohen
Santiago, Desatanudos, 2011


27 abr 2011

Bolaño por sí mismo (Entrevistas Escogidas)


Para quienes somos aceptablemente jóvenes, Bolaño comenzó a existir con su muerte, a propósito de que imperdonablemente lo confundieran con Chespirito. De ahí que para mí siempre fuera un autor ya fallecido. En el intento de conocer su obra (un tanto involuntario, porque Bolaño se ha vuelto en literatura por agrado o saturación un tema ineludible), acabo por encontrarme frente un radio de ficción que lo rodea, ya sea sobre su prematura muerte, su vida, o más aun, sobre la vida que no llegó a vivir. No me resulta necesariamente indispensable pensar en el uso económico que justifique o al menos explique  la publicación de su obra póstuma, inédita, rescatada, o reeditada. Como lector lo que me interesa es poder atravesar la ficcionalización creada sobre Roberto Bolaño para llegar a su obra, que al fin y al cabo, es lo que como autor puede ofrecerme.
Bolaño por sí mismo, es un libro de entrevistas reeditado recientemente por Ediciones Universidad Diego Portales, luego de su aparición en el año 2006 y nos cabe preguntarnos sobre su pertinencia. En realidad, resulta ser una interesante construcción de sentido, en especial en la segunda mitad, “Balas Pasadas”, donde una serie de respuestas del fallecido escritor son montadas elidiendo las preguntas, de manera tal que parece ser un discurso extenso. Precisamente es esta construcción la que nos permite acercarnos a este espectro que rodea la obra de Bolaño.
El autor a menudo debe responder preguntas sobre su enfermedad, sobre su enemistad con otros escritores, e incluso sobre su lugar de residencia, preguntas que se vuelven repetitivas, pero información ignorable cuando aparecen atisbos de interesantes reflexiones teóricas, dejando ver su postura crítica sobre la escritura y todo el contexto que la rodea, ya sea el de la creación como el de la recepción. Él mismo señala la importancia de la crítica como una disciplina más de la literatura, incluso llega a sostener la hipótesis de que no existen las obras intraducibles, volviéndose evidente en casos como el de El Quijote, porque al ser una obra tan interesante, sería capaz de sobrevivir incluso al peor traductor, algo que de todos modos llegaría, señala Bolaño.
Ahora bien, hagamos el ejercicio de someter a Bolaño por sí mismo a la pregunta de qué es lo que sobrevive de las entrevistas, más aun cuando una parte de ellas aparece sin preguntas para darle unidad a las ideas del autor, que están sacadas de contexto y editadas (...).



Bolaño por sí mismo
Andrés Braithwaite (editor)
Segunda edición (revisada)
Santiago, Ediciones UDP, 2011

20 feb 2011

Tan cerca de la vida de Santiago Roncagliolo


Tan cerca de la vida de Santiago Roncagliolo tiene elementos para ser una gran novela, pero ciertamente no lo es. Estos elementos sin duda no sobran, pero están en la cantidad justa para salvar al autor peruano de una gran caída literaria.
En esta novela hay una búsqueda de una escritura original, que se le agradece a Roncagliolo como ejercicio literario, pero no como autor actual. Llama la atención que por momentos intenta dirigirse a un tú (o a más de uno): “Soñó contigo esa noche. Por primera vez en Tokio”, ya sea para nombrar a personajes que interactúan con el protagonista como a personajes lejanos a este, como la actriz porno de una película. La narración sostiene una lejanía sospechosa con el personaje Max, sin llegar a resolverla y justificar tanto uso del “tú” en la novela que, en términos generales, se vuelve un obstáculo para la fluidez de la lectura y genera un estilo narrativo repleto de descripción exageradamente abundante, donde sobran los “tú estabas en, mientras hacías tal o cual cosa”.
La mayor debilidad de Tan cerca… no está en la ya mencionada débil propuesta escritural, sino en la injustificada mención a una serie de temas conocidos y trabajados incluso en el cine, que se acercan peligrosamente al límite del cliché. Es así como nos encontramos con guiños a 1984 (1949) de George Orwel, Un mundo feliz (1934) de Aldous Huxley e incluso a la propuesta de extensión de vida que nos presentó Alejandro Amenábar en Abre los ojos (1997), pero resulta que  Roncagliolo escribe más de cincuenta años después que los autores mencionados y trece luego de la aparición de la película española. Entonces, ¿cómo debería impresionarnos un androide que canta only you, un papagayo robot con hermosas plumas de colores o una esperable recepcionista, casi idéntica a una mujer de verdad? (...).




Tan cerca de la vida
Santiago Roncagliolo
Santiago, Alfaguara, 2010

9 ene 2011

Blanco Nocturno de Ricardo Piglia


Las tres dimensiones que nos asombran en el cine hoy en día son superadas ampliamente por la polidimensionalidad presente en Blanco Nocturno, la última novela del narrador argentino Ricardo Piglia; y a la vez estos múltiples espacios se contraponen a la funcionalidad necesaria para construir un relato policial (que requiere de un crimen, engaño, investigación y desenmascaramiento). En esta novela, en cambio, el autor  nos propone una nueva forma de abordar un crimen, con lo que  viene a refrescar el ambiente literario de su Argentina novelada que no tenía acción policial desde el año 1997 cuando publicóPlata Quemada. Y la espera valió la pena. Debo confesar que  si Anagrama no lanzaba este libro, me rendía desesperanzado y me iba a la sección de autoayuda, o me limitaba a las versiones cinematográficas de novelas muy vendidas. Por fortuna, Blanco Nocturno enceguece esos impulsos de lector suicida presentándome un crimen necesario, la herida de la falta de justicia literaria.
En esta novela nos encontramos con un crimen, y dos o tres otros crímenes menores, algunas muertes quizás vinculadas, una relación entre las hermanas Belladona que comparten al puertorriqueño Tony Durán, un pueblo atrapado en el campo, un japonés víctima del enamoramiento del mismo hombre que disfrutaban las hermanas Belladona, la llegada de la prensa y un viento de pueblo que lo borra todo. En realidad, Blanco Nocturno, al contrario de una tradicional historia policial, es el ocaso de la utopía de justicia, una justicia que es un relato tan inverosímil como aceptable, igual que el origen del mundo, la mitología o la ciencia. La justicia es un relato necesario, una forma de entender algo y seguir, así lo es todo en la novela policial, en que la muerte es la finalización de una búsqueda, el crimen es la motivación, hay culpables y víctimas. Pero nada de eso es en realidad Blanco Nocturno (...).



Blanco nocturno
Ricardo Piglia.
Barcelona, Editorial Anagrama, 2010.

30 jul 2007

LOS ROBINSON implican

El sábado tuve la oportunidad de presenciar la penúltima función de la obra de la compañía Modelo para Armar “Los Robinson”. La obra a pesar de contar con una serie de auspiciadores no tuvo una publicidad que mantuviera un público ansioso de ver la gran obra del año, como le ocurrió un tiempo atrás a Fuenteovejuna que terminó causando una decepción. Quizás el afiche de Los Robinson en verde resultó sumamente indicado para que los tres personajes vistos de espalda desde la discreción sugieran posibles conflictos, que no por nada son los que se desarrollaran en escena. Antes de ubicarnos en nuestra butaca ya llevábamos en mente el sobre azul que es extremadamente icónico, muy bien ubicado en el centro de la parte baja del afiche –lo único azul-, el equilibrio. Desde ese momento no entramos limpios de cualquier predisposición a ver la obra, es más, mucho de los auspiciadores como SIDACCION nos sugieren ciertas temáticas.
Desde la fila E que me designaron con mi invitación de Metro quedé con la vista justo en el medio del escenario. La oscuridad del escenario nos dejaba ver la única actriz del trío de actores paseándose por el centro, porque la obra es fundamentalmente la historia de Los Robinson, de cómo viven, de cómo llegaron a ser Los Robinson y de cómo pertenecer a Los Robinson determina a Los Robinson. Ellos se nombran a si mismos y a partir de ese momento este nombre desprende una serie de implicaturas que vuelve a significarlos. Comienza la obra y la actriz iluminada empieza a rezongar con el tan importante sobre azul en la mano, para dar espacio a la entrada de sus dos compañeros en escena que inician la obra con una serie de discusiones sobre si los exámenes –también en sobres- que traían debían leerlos de inmediato o si antes debían discutir qué harían en el caso “de que”. En la obra se justifica y se articula al mismo tiempo gracias a esta primera escena, pero los actores parten discutiendo tan desde la garganta, que distraen lo que está sucediendo con el no les creo que inevitablemente se nos viene a la cabeza, pero a través de toda la obra uno les va creyendo cada vez más, y cada momento de tensión les va dando espacio para hacerlo más pausadamente dejando muy en claro que los gritos no son su único recurso, porque la tensión que logran más adelante es capaz de responsabilizarse de la historia e intervenir con ironías que funcionan muy bien, porque seguramente están muy bien ensayas y muy bien adaptadas desde el texto primero. Asistimos al crecimiento de los actores en escena desde el principio al final de la obra, en parte desde nosotros porque se nos acostumbra el oído, pero también de ellos porque van calentando y entrando en la puesta en escena, y a pesar de que al final es donde nos quedamos absolutamente convencidos, se ve que hay suficiente potencial como para ofrecernos una obra completamente asimilada desde el comienzo. Aun así muchas veces había un desplazamiento excesivo de los personajes, demasiado de hablar mientras me muevo, a ratos convertía el traslado de los personajes en un desorden.
El escenario tenía dibujado en el piso las paredes de departamento; donde estaban las líneas blancas entendemos que había un muro, y que funcionaba muy bien porque en el centro, en el sillón estaba toda la luz, y cada vez que entraban y salían respetaban la pseudo puerta y el psudo pasillo que seguro llevaba a las habitaciones, pero el pseudo muro de detrás del sillón fue atravesado en más de una ocasión con estos actores que parecían tener la capacidad de desmaterializarse para desafiar las leyes de la física-ficción que ellos mismos nos impusieron al dibujar el departamento, y si había alguna salida, alguna señal que les permitiera salir libremente, esta se tapaba tras el sillón del centro y en ese caso debería corregirse.
Los juegos de adivinar la película entre ellos nos hacían un llamado a recordar que todo era ficción y tratar de adivinar a qué se parece esto, esto que estamos viendo que tratan de adivinar, pero también esto que nos muestran; al final el realismo se queda en el escenario pero tiene la gentileza de devolvernos (a) la realidad. Nos sacan a momentos de nuestras butacas, pero cuando cae el telón –simbólico por supuesto- ya hemos vuelto, porque la obra se completa. Ser Los Robinson nos entrega la última de las implicaturas y ahí ya nada más podría suceder, la obra funciona perfectamente de acuerdo a lo que ha planteado.
Es una pena no haberla visto antes para recomendarla, así que confiemos en que habrá una segunda temporada de esta gran obra.

3 jun 2007

MERCEDES PIERNAS DE HIERRO



Se aseguró de que en su bolsillo trasero estaba la cajita de condones comprados para la ocasión. Caminó desde el cruce del Álamo Huacho, bordeo el cementerio, compró una cajetilla de Belmont en el supermercado La Estrella. Quiero una diez, del azul, dijo. Pagó con sencillo y exacto el precio para finalmente entrar al patio de la iglesia, saltando la pandereta que lo separa del liceo de las monjas. Tardó sólo treinta minutos.
La Virgen de las Mercedes da un paseo por su pueblo el último domingo de septiembre de cada año. Eso ocurriría mañana después de la hora del almuerzo. Es levantada, rodeada por una montaña de flores especialmente cortadas para la ocasión por alguna familia designada; llevada a través de los arcos también floreados en las principales calles del lugar sobre los hombros de una treintena de hombres. Ella con una apariencia tostada, el pelo negro al viento y las manos a medio levantar. Hace dos años llevaba las manos más arriba -como saludando-, me da la impresión. Debe ser el cansancio o la antipatía que le ha tomado a la gente del lugar.
La mamá de Antonio Rodríguez cuando él tenía unos ocho años, le contó mientras ambos miraban el recorrido de Mercedes, que el cabello que la virgen tenía era natural. Antonio le preguntó si natural porque le salía a ella misma. La madre le sonrió dulcemente y lo abrazó. La virgen y toda su caravana de bailarines, mimos y contorsionistas pasaban justo en ese momento frente a ellos.
Encendió un cigarro mirándole la espalda, rodeó el armazón repleto de flores y la pudo ver de frente; era realmente hermosa. Ella no le devolvió la mirada y se quedó con un punto fijo en el horizonte, pero a él no le molestó. Botó el humo lentamente, sintiendo acariciar sus labios, botó también el cigarro recién encendido sin siquiera pisotearlo. El cigarro se apagó por su propia voluntad. Tomó un narciso del ropaje de la virgen, lo olió y se lo ofreció como se hace en las primeras citas, pero Mercedes seguía con la mirada fija en el horizonte. Por supuesto emputecido botó el narciso por el desprecio que acababan de propinarle. Comenzó a rasgarle el vestido de flores, trepándose en el armazón tan denso. Luego le rasgó su vestido de tela bordada para la ocasión. Ella indiferente seguía mirando el horizonte, quizás tratando de no mostrarle preocupación para que decepcionado la abandonara. Quizás fue sólo que el tipo no le resultó atractivo. Él mostró pena o rabia, tras no encontrar lo que buscaba bajo el vestido de seda que ahora estaba dividido en tres. ¿Te hací llamar mujer?, le gritó y con toda razón ¿cómo haberlo adivinado?. Luego sólo quedó fruncir el ceño, inclinarse, hacer la señal de la cruz en su frente y decir amén. Se devolvió caminando sin conseguir igualar su tiempo record de treinta minutos, pero es probable que de eso Antonio ni se enterara. Entró en su casa con deseos de abrazar a Lucy Rodríguez, su mamá. Ella ya estaba en la cama. Entró y al oírlo cerrar la puerta le preguntó ¿mañana me acompañarás a la misa de la madrugada, verdad?. Quiso disculparse anticipadamente, pero sólo pudo decir: Sí, por supuesto, tú me despiertas. Volvió a abrir la puerta y salió de la habitación.




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27 may 2007

EL ÁNGEL DE CARBÓN




En octubre era común que todo el colegio se revolucionara con la celebración del aniversario, el kermesse, las alianzas y la coronación de la reina y el rey feo del año. Los profesores nos seleccionaban –previo juicio a nuestras habilidades- para jugar a las damas chinas, lanzar el tejo o correr la posta. Yo solía excluirme diciendo que tenía tortícolis, que me había dado un aire en la mañana mientras me bañaba, que estaba en tratamiento para la tendinitis, o el último caso que tenía un cuadro severo de colon irritable. Sólo participaba en el festival de poesía y en el concurso de dibujo. Eso no me daba tanta vergüenza, no había forma de tropezarme o darle un tejazo a algún profesor. En el concurso de poesía presenté y leí en el escenario un poema que hice pensando en Marta, una cocinera que daba a luz en su trabajo, estando de cuclillas, sin recibir ayuda alguna. El jurado me dijo que había sido muy narrativo, demasiado narrativo; excepto Carmen, la profesora de religión que me dijo que se había quedado sin palabras ¿eso será bueno o malo?.
Para el concurso de dibujo, el colegio traía actores como Álvaro Escobar, Álvaro Rudolphi o Bastián Bodenhöfer. A cada participante le tocaba un actor para dibujar y, tenía cuatro horas antes presentar su trabajo terminado justo antes de la coronación, en el último día de competencias. Mi alianza no se perfilaba como ganadora, pero aun existían ciertas posibilidades de revertir el resultado. Bastián Bodenhöfer, que era el modelo que me habían designado, me estaba esperando en la sala del cuarto medio B sentado sobre un taburete de madera. Yo entré y le dije “esta es la sala de los niños grandes” y, él sólo dijo un “ja” por cordialidad. Sentí tanta vergüenza, que habría dado a cambio mi súper nintendo, con tal devolver el tiempo, entrar de nuevo a la sala y no decir ese chiste. Bastián me preguntó cómo quería dibujarlo, en qué posición. Yo le respondí que se pusiera en posición como si estuviera teniendo una gran idea y, él lanzó una carcajada que me hizo sentir tranquilo por al menos los dos minutos y medio que prosiguieron. Había conseguido romper el silencio, pero aún no comenzaba a dibujar. Me preguntó si alguna vez había dibujado un desnudo y, yo rápidamente respondí que no, si, osea una vez, pero copiándolo de la tele, de una película que tenía en un caset de video. Me preguntó si me atrevería a intentarlo y yo no dije nada. Estaba como pensando en cómo era posible que eso estuviera sucediendo. También pensé que todo podía ser una mala broma. ¿Quieres ganar?, me dijo; yo le pregunté ¿ganar qué?. Tu competencia. ¿Quieres que tu alianza gane?. Fue ahí cuando recordé dónde estaba y que estaba haciendo; habíamos perdido más de una hora conversando. Sí, le dije muy serio. Comenzó a desabotonarse la camisa muy lento y mirándome. Yo tenía la mirada clavada en sus ojos, me daba pánico bajarla. Sentía que se escuchaba muy fuerte cuado yo tragaba saliva con dificultad, como si tuviera amigdalitis. Luego bajé la cabeza y me puse a ordenar las hojas del block y el lápiz de carbón que me habían entregado, como si nada interesante estuviese ocurriendo frente mío. Listo, me dijo. Para cuando lo miré estaba completamente desnudo sobre el taburete de madera, tapándose el entrepiernas con sus manos. ¿Crees que es una buena posición?, me preguntó. Yo respondí ¡no!, no creo que te favorezca. De inmediato me sentí ruborizado y quise escapar de ahí. Le dije, podrías girarte y taparte con tu pierna derecha para que no se te vea nada, así dejas caer tus brazos por detrás del respaldo del taburete y puedo dibujar la curvatura de tu espalda que está muy bien delineada. Él me sonrió y me hizo caso. Sólo pude mirar a otro lado, no sabía si por vergüenza, o por lo audaz que había sido, o por temor a que me viera mirándolo demasiado. Sentí que no había aprovechado la oportunidad de verlo completamente desnudo, así que levanté la cabeza antes de que él me avisara y, sólo pude ver el momento en que su pierna se posaba sobra el muslo de la otra. Él no dijo nada. Yo pensé que quizás estaba incómodo, o quizás molesto, o quizás se había dado cuenta de que tenía muy nervioso; así es que enojado y en silencio me puse a dibujar, pero con la rabia quebraba una y otra vez la punta del lápiz. Me preguntó si me sentía mal, evidentemente mi dibujo era un desastre, entonces lo miré y torpemente arrastré mi mano sobre el papel, terminando de arruinar el retrato. Tranquilo, me dijo, aún podemos inventar algo, pero sólo nos quedaba una hora y media antes de la coronación y la entrega del trabajo. ¿Y si me calcas es esa cortina?, podrías deslizar por mi espalda el carbón, con tal de formar una figura con sombra. Le respondí que podría funcionar. Estaba muy contento, pero sólo por el hecho de que estuviésemos más cerca. Se puso de pie detrás de la cortina, dándome la espalda y yo, estirando la tela empecé a deslizar el carbón por la tela, casi tocándolo. La tela blanca contra la luz me dejaba ver su cuerpo iluminado y desnudo, dispuesto a ser retratado por mis manos. La punta de mis dedos entraban por pequeños instantes en contacto con su piel, pero no podían detenerse ahí. Entonces se me ocurrió manchar mis manos con el carbón y comencé a deslizarlas por sus hombros. Él no dijo nada y yo sólo podía pensar la curvatura de su espalda; tenía miedo a que reaccionara, pero él seguía ahí, respirando lento. Me atreví a posar mis manos firmes a través de la cortina, tratando de abrazarlo. Lo apreté fuerte y pude por fin sentir como su cuerpo se ponía tenso, porque no esperaba lo que hice.
Para cuando fue la premiación del concurso y la coronación de los reyes, mi modelo ya no estaba en el colegio. Carmen, jurado del concurso me dijo que era impresionante como había construido la imagen de un ángel poniéndole alas a una figura humana desnuda, dijo que era muy desgarrador, muy motivante, pero que sin embargo no podían darme el premio, porque el dibujo debía ser en papel, que era algo escrito en las bases del concurso.



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16 may 2007


Comenzaban a rebolotear en el cielo
4 jinetes expertos
y se aproximaba por ahí
el sobre protector de los criminales
a dárselas de cuenta cuentos
y colorín cacao...
Colorín cacao nada
porque justo antes de completar la frase
el Sr. presidente del norte
les envió de bienvenida
una treintena de figuritas
travestidas a lo superman
para decirles welcome
travestirlos a ellos también
a ellos en piñata
que nos engolosine sádicamente a todos
y bum, cabum
nos obsequian masticables
chupetes y algodón de azúcar
cada vez que asentimos con la cabeza
o con el silencio
porque no está permitida la entrada
sin una invitación
un pasaporte repleto de timbres
ni el formulario verde rellenado.
Debió atisbar antes de importar voz de narrador
que la-barba-larga
sólo podía provocar desconfianza
y no se le perdona
ni al hijo de miguelito
ni al protagonista
de la antología de mayor circulación.

NNNNNNNNN
NNNNNNNNNNNNN
NNNNNNNNNNN
NNNNNNNNNNNNNNNNNNN
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8 may 2007

BENJAMÍN, EL DE LA CÁMARA


Es así como con Benjamín decidimos ocupar nuestro fin de semana largo explorando los parques de diversiones que quedaban en Chile, que por cierto no eran más de tres, lo que lo hacia una meta no tan ambiciosa. Los parques estaban ordenados con el mapa que ha dibujado el Metro en la ciudad. Comenzamos nuestra ruta en el parque de juegos acuáticos, donde Benjamín se quedó mirando su reflejo en el agua, mientras yo lo miraba a él, y me sorprendía ver su nuca y su reflejo, por cierto difuso en el agua al mismo tiempo. Benjamín se sonrió cuando le conté lo que había visto. Conversando de eso bajamos al metro y pasando en el tren por la estación Ciudad del Niño, el tren quedó vació y decidimos sacarnos fotografías urbanas como se han llamado, porque yo creo que son lo que está de moda. Primero fotos desde abajo el decía, para que se vea la publicidad que hay, luego unas sentados con las piernas dobladas en los asientos para la tercera edad, dejando también ver esa señal. Benjamín decía contentísimo que quedarían “bellas” editadas, que podríamos hacer collage y mezclar fotos, que el sabía como hacerlo y que una vez terminadas me las enviaría a mi correo. Yo pensaba que para que fueran “bellas” habría que dejarlas así, tal cual, pero eso no se lo dije a Benjamín, él estaba sonriendo y no quería arruinarlo.

Llegamos al metro Los Héroes al segundo parque de nuestro recorrido, este parque tenía más que nada atracciones visuales, como cine 3D y lugares para tomarse fotografías instantáneas por 500 pesos. Yo me tomé una fotografía personalizado como Batman, frente a un gran edificio de Ciudad Gótica, mientras Benjamín fotografiaba la fotografía que estaban capturando. En la fotografía que compre se reflejó Benjamín en el gran edificio que estaba de fondo y, en la fotografía que tomó Benjamín aparecía la fotógrafa, yo y el reflejo de Benjamín con su cámara. Volvimos a bajar al metro, para llegar a nuestro último parque. En el subterráneo Benjamín entusiasmado con la idea de los reflejos, comenzó a tomarse y tomarme fotos en los cristales del metro, que con la oscuridad del túnel, reflejan las imágenes, produciendo el mismo efecto que se produjo en Ciudad Gótica. En el metro San Pablo estaba nuestro tercer parque, que es un parque más bien clásico, con una montaña rusa muy alta, pero no muy emocionante. Benjamín por supuesto se entusiasmó mucho cuando la recepcionista de informaciones nos dijo que habían reinaugurado la Casa de Cristal, o casa de los espejos. Sin duda ese era el día en que tendría que mirarme una y otra vez, una y otra tomarme una fotografía jugando a las múltiples perspectivas. Al principio era gracioso cuando chocábamos con los espejos equivocando las salidas, o cuando un espejo me hacía ver una cabeza gigante y un cuerpo muy pequeño, pero esos pasillos llenos de reflejos resultaron ser mucho más temibles de lo que parecían. El error quizás fue decidir girar a la derecha la primera vez que tuvimos una oportunidad. Yo le gritaba a Benjamín que su güeona obsesión por los espejos, nos tenía atrapados en esa mansión de mierda, que me daban ganas de romper vidrio a vidrio. De un momento a otro parecíamos estar en una sección muy pequeña de la mansión. Benjamín lo sabía porque yo lo sabía, estábamos cada vez más cerca, sintiendo las respiraciones. Entonces decidimos dejar de caminar. Él decidió guardar silencio, yo decidí respirar más lento. “Se et ve al cabeza adaetlov”, lo escuché decir, cuando veo que su oreja le sangra, mientras su mirada se cristaliza con la lagrima que le cae sin dejar de mirarme fijamente a los ojos; el vidrio de atrás de él mostraba mi espalda y mis brazos sobrepuestos en medio de su espalda, pero yo no los sentía ahí, los sentía en su posición correcta, a mis costados. Entonces dejé de estar seguro. Ahí fue cuando vi mi espalda torcerse, dibujando estelas, cayendo al piso. “somarroc de iuqa”, gritó furiosamente, mientras yo odnatart de emrarap miré abirra donde olòs estaba le techo, reflejandome, o odnajelfer a Benjamín. ogeuL toqué im oreja odnagrnas y, em miré noc uno ed sus sojo y onu de sol sois.
No epsu
nn donde comenzaba, ni
nnnnnnnnnnnnnnnnn donde abanimret c .
nnnnnnnnlnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnlnlnl a o
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnlnnt d n
nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnlnnt a u

4 may 2007


Este es de esos textos que uno sabe no serán publicados
así que a la pequeña malet(it)a de léxico
una bien pequeña en realidad
le añadiré personalismos
asuntos tales, bien contextuales como:
puta
zorra o zorrita
cresta
tengo ganas de romperte el culo
mírame bien mientras
zorra zorra zorra, tú tendrás tetas
pero yo traigo botas.
Se supone entonces que debo narrar.
Yo, sin necesitar otro gesto que la posición de presencia
no soporto como has logrado que me sienta gordo
puta, mírame bien mientras te sigo hablando
ya sabes que los gordos tenemos fama de puñeteros
mírame bien por si necesitas dictar un retrato
puta, te comportaste más bien como una zorra
y no mi zorrita
una zorra-puta que mando mi amistad a la cresta
ya sabes de lo que tengo ganas.

22 abr 2007

¿Quién juega en la placita?




Plaza Brasil es un lugar que deben ceder, con tal de no tener que enfrentarse en peleas donde están en evidente desventaja.

Héctor Rojas Pérez

Plaza Brasil, en el centro de Santiago funciona como núcleo aglomerador de personas de diferentes tendencias, llevadas ahí también por distintos motivos. El lugar del carrete es así mismo, el del trabajo y, por qué no, una zona a veces sin ley.
Rodrigo Sánchez, que vive en una de las calles que da a la plaza, la atraviesa a medio día para ir a comprar con sus dos hijos pequeños al almacén. Alega que nadie hace nada, que los fines de semana Plaza Brasil es un terreno que deben ceder con tal de resguardar su seguridad. Por su parte Osvaldo Escudero, guardia de seguridad de la municipalidad de Santiago, considera que la acción policial es insuficiente, e incluso nula en muchos casos. Los pacos aparecen a veces, cuando hay eventos en el galpón Víctor Jara, el resto del tiempo no atienden a nuestros llamados, dice con una risa no feliz, pero resignada. ¿Qué va a hacer uno?, si no tiene permiso para portar armas, señala defendiéndose de las críticas de todos los que dicen que ellos no sirven para nada. Osvaldo dice que la caseta de seguridad de Plaza Brasil es una de las más movidas que hay y, que todo empeoró cuando cerraron muchos locales en el barrio República, entre los más importantes, la disco Alameda, o mejor conocida como El Carrera. Él siente que esas medidas sólo provocaron una concentración aun mayor en el sector de la Plaza Brasil y, que además apareció una serie de lugares clandestinos. Para Osvaldo es absurdo pensar que si cierran un lugar, el público que lo frecuentaba, va a decidir quedarse en su casa viendo la repetición de “Casado con hijos”.
Unos metros más al norte de la caseta de Osvaldo, Clara Aria luce su ojo morado y, una herida mal cerrada sobre su ceja derecha, mientras almuerza en su local de llaveros y pinches, de la feria artesanal que una vez al mes se instala por siete días en la plaza. Clara dice que son días difíciles, que ella además de comerciante es la bodeguera de la feria y, por lo tanto, quien en las noches se queda cuidando los puestos, para que no sean destruidos ni robados. Dice que es nochera hace ocho años en la feria y, se quita los lentes para dejarme apreciar lo hinchado que le quedó su ojo derecho por un fierrazo que recibió el sábado anterior, cuando defendió los puestos que estaban siendo pateados por un sujeto que apareció ebrio, lanzando patadas a los mesones que tienen instalados. Clara es una de las personas que alegan en contra de los guardias de seguridad, porque como ella misma dice: mientras peleaba defendiendo la feria, que es también su único trabajo, acompañada sólo de Manuelito (el cuida autos); el guardia de seguridad no salió nunca de su caseta. Su herida está mal cerrada, pero eso a ella no le preocupa. Ella ya está pensando en la noche siguiente. Clara también siente que Plaza Brasil es un lugar que deben ceder, con tal de no tener que enfrentarse en peleas donde están en evidente desventaja. Ella también acusa la proliferación de los bares clandestinos, que sumados a los bares reconocidos, todos carecen de medidas básicas de seguridad e higiene. Clara dice estar cansada de ver como detrás de sus puestos, los hombres y mujeres borrachos van a descargarse, según sus palabras. Siente que se ha deteriorado el barrio y, que la plaza francamente hoy en día apesta a “pichí”.
Algunos culpan a los hip-hoperos y a los punk. Osvaldo está convencido que si no se les molesta, no hacen nada. Clara y Osvaldo coinciden en que la mayoría de los robos es efectuado por personas que sólo pasan por el lugar, mientras Rodrigo confiesa que a cierta hora, lo mejor es que él, su mujer y, sus pequeños hijos se encierren en su departamento, que es mejor ni enterarse de las calamidades que puedan suceder en Plaza Brasil.

19 dic 2006



No quiero decir que quizás
me parece que algo falta
porque simplemente no quiero admitir el vacío
pero no puedo no ver
como es que los versos me salen cortos
con tópicos repetidos
me salen irregulares y feos
como un tumulto de puros impulsos
que siendo innegables, son sólo eso
puros juegos de niño
imitados del programa-cultural
financiado por el nuevo gobierno.
Pura cosa de taparse los oídos
y tararear en francés o en ruso
para forzar, focalizar y extraer
el juicio molar que es único que tengo.
Quiero ser entonces medianamente discursivo
y permitir que el silencio muera
como ya ha muerto en las grandes avenidas.
-que vengas- me dijo procurando que recordara
pero se me escapa la flojera
y los versos se me acortan de nuevo.

11 dic 2006


Huele a arcilla húmeda.
Mis pies parecen estarse hundiendo
y haciendo uno con ella, disolverse, deformarse.
Huele a arcilla fresca, recién comprada
sacada de su envasecito transparente
de los que hay en el segundo pasillo
en el compartimiento inferior del estante verde.
Huele a arcilla y, huele con colores grisáceos
nunca (esto es importante), nunca atenuados.
Huele a saber salada, medio muda, medio nada
medio rimante y molesta
huele a arcilla mojada.